La Judicatura iraní reconoció este sábado que al menos tres de los detenidos tras las elecciones generales de junio fueron asesinados en una prisión de Teherán, ya clausurada, y no fueron víctimas de un brote de meningitis, como se especuló en un primer momento; una teoría desmantelada por las propias autoridades iraníes. En el mismo comunicado se anuncia que doce de los funcionarios de prisiones implicados han sido condenados, tres de ellos a muerte.
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