La IA de los vagos

No sé si la inteligencia artificial decidirá, finalmente, acabar con nuestros padecimientos mediante la extinción o mediante una tiranía ilustrada; cada cual que elija su utopía o distopía favorita. De lo que sí estoy seguro es de que, al menos a corto plazo, nos va a hacer más cutres todavía.

Estaba perdiendo el tiempo en la red cuando me he topado con este artículo de Xataka. No me ha llamado la atención el titular, sino la imagen que lo acompaña. El texto habla sobre los distintos cuellos de botella demográficos que nuestros antepasados han sufrido y sobre las migraciones causadas por el clima. La ilustración, supongo, es el resultado de algo así como “quiero una imagen de homínidos prehistóricos iniciando una migración”. La IA de turno le ha obsequiado al perpetrador del artículo con una especie de humanoides que parecen a punto de irse de viaje a Benidorm o de pícnic al campo. De esa forma, han preparado sus trolley del pasado, que son iguales a las actuales pero sin ruedas, sus maletas perfectamente cuadradas y sus mochilas de acampada, sobre las cuales enrollan sus sacos de dormir al estilo napoleónico. Parecen obligados a levantar su antiguo campamento, formado por tiendas de campaña del Decathlon y enseres diversos, como botellas de cristal, pues ya se sabe que los excursionistas hemos dejado basura en el campo desde antaño, como tradición.

Por supuesto, no es cuestión de culpar a la pobre IA, ese milagro tecnológico que todavía está en pañales, sino de decirle al pobre becario que habrá ilustrado el artículo que, aunque está muy bien eso de estar a la última en la moda tecnológica, una simple búsqueda en el viejo Google seguramente le habría proporcionado una imagen con la que vestir el artículo un poco menos bochornosa. 

En fin, tampoco es cuestión de criticar por pura afición, pero me resulta chocante esa tendencia a utilizar la inteligencia artificial para todo, aun cuando los resultados obtenidos sean peores que los de métodos tradicionales. Entiendo que, por ejemplo, para generar un texto que cuente algo generalmente conocido, se pueda recurrir a estos servicios. El problema es que el resultado no suele ser perfecto y el usuario se ve ante la siguiente disyuntiva: si he utilizado ChatGPT para ahorrar tiempo, ¿voy ahora a perderlo revisando lo que ha escrito? Es entonces cuando nuestra vagancia y cutrez se manifiestan en todo su esplendor.