resulta indignante la hipocresía de la jerarquía católica respecto del derecho a la vida. No matarás que decía el quinto mandamiento. Pero este respeto a la vida parece que la iglesia católica lo aplica de modo selectivo. Como sino, explicaría el señor camino que en en octubre de 1988, Su Santidad el Papa Juan Pablo II depositara en la boca del general Augusto Pinochet la hostia consagrada. Entonces, estaba o no el dictador chileno en situación de “pecado público”.(...) La iglesia católica ha vendido los ideales de cristo, al mejor postor
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