Putin no debería cantar victoria tan pronto. Ha ganado en Crimea, pero puede perder en el conjunto de Ucrania. Es cierto que la península que Jruschov regaló caprichosamente a la república hermana en 1954 vuelve a ser rusa, y difícilmente ningún enfrentamiento o negociación cambiará ese hecho consumado, pero la partida no termina ahí.
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