"Todo queda atado y bien atado”. Con esta sencilla frase tranquilizaba Franco a los suyos cuando la angustia les consumía ante la cruel consecuencia que el inexorable paso del tiempo les anunciaba. El Titánic que surcaba las tranquilas aguas de su amadísima patria donde se torturaba a los jóvenes en las comisarías, se encerraba y apaleaba a los homosexuales, se privaba a los rojos de libertad hacinándolos en las cárceles y se invitaba a las mujeres a quedarse en casa cuidando de la prole.
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