Boris Johnson ha decidido poner coto a la bebida en el metro, los autobuses y los servicios ferroviarios que cada día transportan a miles de personas, bajo el convencimiento de que este veto, ya anunciado en la campaña electoral, contribuirá a la reducción del crimen.La medida ha sido sido ya cuestionada por los sindicatos de transportes, que consideran que "no ha sido muy bien pensada" ya que la restricción podría topar con el efecto contrario, y empeorar el problema.
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