Legionario de Cristo durante dos décadas, hasta que se hartó en el 2000 porque sus denuncias internas por los abusos en la orden caían en saco roto:Una madrugada vino un chico a mi cuarto. ‘¿Puedo hablar con usted?’, me dijo. ‘Es urgente. ¿Le puedo decir un taco? Yo no sabía que en Ontaneda había maricones. Baje al segundo piso y verá que hay un padre en el cuarto de baño con Fulanito’. Bajé y vi que era cierto. Mi primera reacción fue pensar que ese hombre, el abusador, era mi superior y yo no podía hacer nada contra é.
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