Un grupo de ciudadanos de Cornellá de Llobregat lucha denodadamente por evitar la demolición del último cine de la Ciudad, el Pisa, con 42 años de películas a sus espaldas. Tratan de mantener el viejo titán que les proporcionó un poco de magia e ilusión, que les ayudó a sobrellevar el gris devenir diario en una ciudad que a duras penas se sacude la pesada losa de ser una ciudad-dormitorio sin demasiadas alternativas culturales.
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