Una investigación de la Universidad de Bristol ha demostrado que la capacidad para reconocer determinados gustos puede mejorar en función de que antidepresivos son administrados. A través de un test que valora la capacidad gustativa del paciente con depresión, podrá determinarse con mejor precisión cual es el neurotransmisor afectado y de este modo elegir el tratamiento más adecuado. El gusto amargo estaría relacionado con la serotonina y la noradrenalina, el dulce con la serotonina y el ácido con la noradrenalina.
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