HEmos contribuido a la paliza más grande de la historia. Aquí ha habido una masacre". Con esta frase lapidaria cerraban la comunicación por radio los mandos de la Policía armada encargados de desalojar hace treinta y cuatro años la iglesia de San Francisco de Asís del barrio gasteiztarra de Zaramaga, que acogía una multitudinaria asamblea de trabajadores en plena huelga general, en el que, por culpa de los gases lacrimógenos y los disparos indiscriminados de las fuerzas de seguridad, cinco obreros perdieron la vida.
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