El régimen chino ha creado el fenómeno del voluntariado obligatorio. Un estado –y estadio- inducido de cooperación y de sensibilidad xenófila en el que se involucran millones de peones serviciales y sonrientes. Semejante predisposición olímpica no implica una particular eficacia. Sucede, al contrario, que la multiplicación desmedida de los boy scouts callejeros predispone a la negligencia colectiva.
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