Con el tiempo, estoy seguro, la pala se acabará por convertir en la varita mágica del proletariado, de tantos como son sus usos y tantas como son sus posibilidades. Desde siempre se empleó como herramienta en el campo, en la construcción, la jardinería, la ganadería, etc. Y a pesar de su antigüedad, su diseño sigue resultando eficiente, elegante y funcional. Y no sólo a nivel laboral: durante muchos años sirvió también para premiar al idiota cada vez que tenía una idea. Luego, con el …